¿Qué es realmente la energía femenina? Y ¿porqué Bali es el lugar para conectar con ella?
Últimamente escucho por todas partes que debemos “conectar con nuestra energía femenina”. Está de moda. Se dice en retiros, en talleres, en libros de autoayuda, en reels de Instagram. Pero confieso que a veces me molesta cómo se habla del tema. Porque siento que se confunde. Se piensa que hablar de energía femenina es hablar de género, de roles, de comportamientos que “debería” tener una mujer. Y no. No tiene nada que ver.
La energía femenina y masculina no son cosas separadas ni exclusivas de un sexo o de una identidad. Son dos fuerzas que habitan en todos nosotros. En mí, en ti, en las plantas, en el mar, en la tierra. Dos movimientos complementarios, como el día y la noche, como el yin y el yang, como la luna y el sol.
Y si me preguntan, prefiero hablar así: de energía lunar y energía solar. Me parece más honesto. Más neutral. Más bello también.
La energía solar es la del día: claridad, dirección, foco. Es la energía de la acción, del hacer, de la productividad. Es lineal, controladora, busca resultados. Es la que nos hace movernos, lograr cosas, avanzar. Pero también es la que a veces nos deja exhaustos.
La energía lunar, en cambio, es cíclica. No sigue una línea recta, sino que va y vuelve. Como las mareas. Como nuestras emociones. Es la energía del descanso, de la pausa, de la receptividad, del silencio interior. Es la que te enseña a soltar, a confiar, a simplemente ser. No busca metas, busca sentido. No corre, contempla. No exige, observa.
Y el mundo en el que vivimos está absolutamente solarizado. Todo el tiempo nos están diciendo que tenemos que hacer más, ser más, producir más. Que vales por lo que logras. Que si paras, te quedas atrás. Pero yo creo que si nunca paras, te pierdes. Te pierdes de ti.
Por eso hoy, cuando hablamos de conectar con lo femenino, creo que lo que de verdad estamos pidiendo es volver a la energía lunar. Aprender a pausar. A escuchar. A sentir. A tomar decisiones no desde la ansiedad de llegar, sino desde la sabiduría del saber cuándo y por qué moverse.
Una de las herramientas más poderosas para entrar en ese estado es la meditación. Porque te enseña a estar contigo. A dejar de correr. A mirar hacia adentro. Y cuando haces eso, empiezas a conocerte de verdad. No desde lo que deberías ser, sino desde lo que verdaderamente eres.
Por eso también entiendo por qué dicen que Bali te conecta con tu energía femenina. Aunque yo diría que Bali te conecta con tu energía lunar. Porque es un lugar donde se ritualiza la vida. Donde todo parece invitarte a ir más lento. A estar más presente. A mirar las flores antes de comer. A encender un incienso antes de dormir. A sentarte en silencio y simplemente observarte a ti misma.
Allá, la espiritualidad no es un evento especial, es parte de la cotidianidad. Allá no necesitas hacer nada grandioso para sentir que estás viviendo con propósito. Basta con estar. Con respirar. Con honrar lo pequeño.
Creo que por eso Bali tiene esa magia: porque no te exige nada, solo te muestra que puedes vivir desde otro ritmo. Desde uno más suave. Más profundo. Más tú.
Para finalizar, me gustaría dejar unas preguntas: ¿Qué tanto te permites la pausa en tu vida? ¿Si no estás haciendo nada, solo existiendo, sientes culpa?